ROSTROS DE LA POESÍA CUBANA/ RAMÓN CECILIO OÑA (RAMCE)/ LA CASA QUE SOY
1.-
LA FIEL NATURALEZA DE SUS SUEÑOS
En el frescor de la tierna primavera,
ella florece como
los brotes tiernos
que se abren al sol,
su risa es el canto
de los pájaros al amanecer,
y su piel suave
como la brisa que acaricia.
En el calor del verano,
ella arde como el sol radiante
que todo lo ilumina,
sus ojos brillan
con la intensidad del día,
y su corazón late
al ritmo del mar en calma.
En el dorado otoño,
ella cambia como las hojas
que danzan en el viento,
sus pensamientos se tiñen de nostalgia,
y su alma se torna melancólica,
pero serena.
En el frío invierno,
ella reposa como la tierra
que se cubre de blanco manto,
su silencio es el sonar
de la nieve al caer,
y su ser se sumerge
en la quietud de la noche.
Ella es la naturaleza
en su esencia misma,
cambiante, etérea,
misteriosa y sublime,
sus cuatro estaciones
se mezclan en su ser,
y en cada una de ellas,
encuentra su verdad,
para realizar sus dulces
y añorados sueños.
2.-
LA FUERZA DEL ÁRBOL
La fuerza del árbol es un símbolo ancestral, arraigado en la tierra con firmeza sin igual, sus raíces se extienden, abrazando lo profundo, como la fortaleza que emerge del mundo.
En su tronco rugoso se guarda la memoria, testigo silente de cada historia, ha visto pasar las estaciones, el tiempo fluir, y en su quietud eterna, encuentra su poder surgir.
A pesar de las tormentas que azotan su ser, el árbol se alza, sin temor a caer, sus ramas se extienden hacia el cielo azul, como un grito de vida, un canto de luz.
En cada hoja danzante, en cada suspiro del viento, reside la esencia misma de su aliento, y aunque la vida le presente desafíos sin fin, el árbol persiste, con raíces que nunca se rinden.
Nos enseña la lección de la resistencia y la calma, la capacidad de crecer incluso en la adversidad más malsana, y en su sombra acogedora, encontramos refugio y paz, mientras nos susurra al oído su sabiduría ancestral.
Así es la fuerza del árbol, un símbolo de vida y de amor, que nos recuerda que enraizados en la tierra, encontramos nuestro valor, y aunque el viento sopla fuerte y la tormenta se desata, si permanecemos firmes, nuestra esencia nunca se desbarata.
Sé un árbol, traslada buena parte de tu fuerza y tus energías a tu mente…
3.-
DEBES AMAR, EL SUEÑO
En este lienzo de la vida,
dibujaré un sueño,
con la visión que el insinúa
y me acoplare a tu cuerpo,
cuando se agote la espera,
y su reclamo será la miel
que degustaremos
sin temor.
Te amaré
cuando el sueño flota en tus manos,
cuando susurra el viento
con sus suaves trazos
cuando ya el ocultar
carece de sentido,
y las estrellas,
los anhelos brillan,
donde hay caminos por descubrir,
mientras el corazón palpite.
Tejeré sueños
con hilos de esperanza,
anhelando en el alma que no se detiene,
amo el sueño como al sol su luz,
para nutrirlo con pasión,
sin temer a la cruz,
pues no me resulta pesada.
Así, entretejido en la trama del tiempo,
mi destino que aguarda cada momento,
pero también la realidad se presenta,
con un eco que deja de ser murmullo.
Todo en mí es un desafío,
una lección se revela,
y una verdad que destila,
frente a la realidad que nos acoge,
maestra silente que nos enseña
con una suave voz persistente.
Así en el equilibrio del sueño y mi realidad,
la vida me muestra su magia transparente
mostrándome el camino,
de donde sacar la fuerza,
y la pasión serenamente,
para encontrar la dicha en cada ocasión
que el amor decrete.
***
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