ALEYDA QUEVEDO ROJAS/ QUITO - ECUADOR/ LA CASA QUE SOY
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Cortadas a media noche,
las flores de verano iluminan la habitación del hotel.
Las de color naranja excitan
hasta afectar
en esa zona que las mujeres confunden con:
deseo,
desgarro,
defectos.
Las flores fucsia y las excesivamente moradas
distraen y llegan a enervar.
Pero estoy húmeda,
lista para la noche en este hotel del mundo.
Piso un jardín de intimidades.
A las ramas verdes del follaje
las chupo una por una.
La clorofila aceitada me va dejando
las ganas de ir hasta el fondo,
Mas lo que hago antes de dormir
es leer los poemas de Szymborska.
HIEDRAS
En este tejido ciertas hojas crecen
con enormes puntas disonantes.
Hojas que chocan y pican la vista sobre el muro.
Ya se abre la flor otoñal de mi alma
susurra Else Lasker-Schuler,
una mujer que cultivó flores machos y hembras
como si hubieran sido maíz y calabaza.
Hay que dominar el arte de guiar la hiedra,
podar y extirpar, pero nunca dejar de sembrar
pimientos rojos y verdes que alimentan nuestra vista.
En mi jardín natal,
oscuros tejidos contactan a la noche,
quiebran mi alma bastante afectada
por las hojas en fuga de la hiedra.
Y sueño que estás soñando dentro de un mismo sueño,
donde nuestras hiedras se bifurcan al final de muro.
TEORÍA DEL TULIPÁN
Es mi flor, mojada y fragante, con todas sus aspas
abriendo el grosor brilloso de la edad madura.
Bajo los ojos cínicos de los mismos hombres
-que, aunque te causen amadas sensaciones –
nunca dejarán de observarte con malicia y frialdad.
Mi flor insomne crece, abre cristales y pensamientos rígidos
de quienes aún no logran comprender la botánica femenina.
TILO
Impúdicas flores del tilo
hacen que tristeza se vuelva liviana,
más abierta camuflada por leve virtud.
Más y más ligera alma conteniendo
paciencia.
*
Aleyda Quevedo Rojas es una poeta, periodista, ensayista y gestora cultural nacida en Quito, Ecuador
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