POR: MARILYN BOBES /EL ARTE DEL SIGILO/ JESÚS LARA SOTELO/ CUBA/ LA CASA QUE SOY
EL ARTE DEL SIGILO/ FOTOGRAFIA, DISEÑO Y EDICIÓN: JESÚS LARA SOTELO/ LA HABANA - CUBA |
Jesús Lara Sotelo: un maestro de la short storie
Marilyn Bobes
La iniciación sexual, el racismo, el abandono paterno así como el enfrentamiento del individuo a situaciones límites o comunes y sus singulares reacciones frente a ellas, son quizás los temas más recurrentes de esta primera entrega de los cuentos de Jesús Lara Sotelo agrupados en el volumen "El arte del sigilo" .
Confieso que estas diez narraciones breves del también pintor y poeta me impactaron con ese nocaut que provocan las obras escritas con maestría. En mi opinión, ellas se encuentran entre las mejores historias concebidas por un autor que conoce intuitivamente los recursos necesarios para comunicarse con el lector y estremecerlo tal y como ya ha hecho con su poesía y con su pintura que califican, entre lo mejor que se está haciendo en Cuba y me atrevería a afirmar que también fuera de ella.
En el más puro estilo del realismo sucio que pretende apresar circunstancias no frecuentes de la tradición narrativa, Lara Sotelo, con una economía de medios sorprendente, una precisión lingüística que se acerca a la perfección y un diseño impecable de sus personajes, sorprende y agrada con sus singulares visiones del hombre y sus circunstancias.
Recurriendo a la primera persona, a veces utiliza una tercera que sigue siendo una sumersión en el punto de vista de sus protagonistas .El autor nos coloca en un universo discursivo utilizado siempre en función de su argumento revelador e impredecible, poseedor de una maestría que no deja brechas al sin sentido ni a la moraleja pedestre, en absoluto equilibrio entre lo dicho y el lenguaje utilizado.
Nada humano le es ajeno a este narrador de pura cepa que se cuida mucho de confundir la poesía con la ficción en un libro que despierta interés, nos deja repletos de preguntas y nos propone una entrada sutil al universo de las peculiaridades, donde Lara se nos muestra como el creador de criaturas que conviven con nosotros y a las que pasaríamos por alto si no fuera por esa trascendencia de sus short stories, en un estilo parecido al de un Raymod Carver o un John Chever , con las consecuentes marcas de la escritura anglosajona..
Piezas maestras como El Juego de Soledad, Noche de jazz, Kenia o El arte del sigilo podrían figurar en las más exigentes antologías del cuento cubano o universal.
Confieso que el impacto de este libro me hizo recordar la primera vez que me enfrenté a muchos de mis narradores favoritos. Devoré sus páginas con la misma devoción que antes lo hice con escritores que pertenecen al canon de lo mejor de la literatura occidental.
Sé que estas comparaciones despertarán sospechas entre los que esperan que la crítica o el mundo académico consagren a quienes después los lectores descubrirán gracias al aprecio de los que piensan por ellos.
Pero en el caso de las personas desprejuiciadas, capaces de ver antes de que lleguen los avisos de las elites consagradoras de lo que debe ser tomado en cuenta, este libro significará un cambio en el modo de concebir la literatura y una manera de acercarnos a los seres que somos.
Sorprende la facilidad con que Lara Sotelo maneja las voces femeninas en sus historias. Su travestismo literario es una prueba de su conocimiento de la condición humana más allá de los límites de género como lo han sido en autores sacralizados de la literatura universal. Hablo de un Flaubert o un Tolstoi sin que por ello quiera comparar a Lara Sotelo con ellos en lo que a calidad se refiere.
Cada nuevo escritor aporta su visión del mundo a lo que crea. La de Lara es muy contemporánea y muy universal. No deja que sus contextos se acerquen demasiado a las historias que nos quiere narrar.
Su objetivo es el hombre(y la mujer) debatiéndose contra el mundo en una batalla que deja tras de sí la experiencia acumulada.
La corriente subterránea que en sus cuentos cobra una importancia fundamental, nos acerca a lo que no vemos con sutileza e imaginación.
A veces apela a su cultura e información como es el caso de El arte del sigilo pero la mayoría de las veces nos cuenta cosas de la vida real con una sabiduría que se refleja en esa suerte de monólogos interiores que sostienen sus narradores.
De esta manera, la anécdota queda amueblada por las intervenciones siempre necesarias de los protagonistas, que se vuelven omniscientes y misteriosos a la hora de mostrarse en una dramaturgia coherente y sólida, libre de hojarasca y directa como la flecha que da en el blanco de unos finales concluyentes y muy bien rematados.
El lector se queda con el deseo de más historias una vez concluida la lectura y en ese efecto está el poder de un discurso muy homogéneo, de estilo unitario, en que ya es reconocible una voz muy personal y madura.
En definitiva, esta entrada de Lara en el universo de la ficción narrativa, es una muestra contundente de sus habilidades como contador de historias.
A su exitosa carrera de poeta y pintor se suma ahora esta nueva vertiente que la crítica y los lectores no deben pasar por alto.
0 comentarios