MARIANA FINOCHIETTO/ ARGENTINA/ ROSTROS DE LA POESÍA ARGENTINA/ LA CASA QUE SOY
MARIANA FINOCHIETTO/GENERAL BELGRANO - ARGENTINA |
1.-
Este hueco que llevo,
mi vida,
en el medio del pecho,
este hueco que roe todo
a su alrededor,
este fueguito enfermo,
así se siente
dejarte de querer,
mi amor.
Habrá una cicatriz.
Habrá quien pueda
acariciar la herida de mi corazón,
y con manos de amor
sepa tejer un nido
donde
abrigarnos
mi dolor y yo.
Pero me duele tanto,
mi vida,
mientras me voy
quemando
los puentes y los pueblos
y los cielos
que habitamos juntos,
mi amor.
Será
que siempre
son así las despedidas:
un incendio
que borra el mundo,
un cataclismo,
y nada más que eso,
mi amor.
2.-
La luz de la mañana descubre
sobre la mesa
el rastro de una copa.
Un círculo dulcísimo, perfecto,
ha teñido la madera.
Si hoy fuera otro dia,
si mi corazón exigiera desazones,
cuanto daño me haría
ver el abandono
que mi descuido provocó
sobre las cosas.
Pero hoy es bella
la oscuridad,
y delicada
la línea que la ronda,
como un anillo que me une a otra Mariana
a la que no le preocupa demasiado
dejar sobre la mesa
las huellas de las alegrías
para poder seguir su rastro en la mañana.
3.-
Cuantas veces
mi corazón
fue un puñado de piezas sueltas
cansadas
de contar las horas.
4.-
Enamorarse
no es un don.
De pronto
un cuerpo interrumpe la luz:
es otra vez
el olor a madera
en el pecho donde ahora
es posible dormir,
y es tibio
el lugar en el mundo
donde ya no existe la intemperie.
Es tan preciso estar,
ceder,
quedarse.
Y es el desgarro y la herida y el miedo
de escapar de la soledad,
el terror de habitar
otra vez
un hogar que se puede perder.
5.-
CARTA DE LILITH
No busques la correa,
Adán,
porque no hay
ninguna
que ajuste en este cuello.
Soy
la perra de Dios.
La que amasa en el barro
su espalda,
su nuca,
sus pechos,
Soy la que crece en mis pies,
la amapola más hermosa del jardín que merecimos
cuando fuimos fugaces.
Nazco
desde mis huesos,
he roído
mi costilla,
nada quiero
deberte más que el hambre.
Arrastro
al pasar mi infierno:
el perfume a hembra
que perseguirán
tus hijos
y los hijos
de tus hijos.
CARTA DE EVA.
Te he querido,
Adán,
o a tu costilla,
y a la vida que se arraiga en mi vientre,
te he querido
y a los hijos que parí
doliendo
cada vez,
como si cada hijo
reclamara su derecho
a una parte de mi cuerpo.
Arráncame
esta deuda entre los dos,
arráncame la costilla que te debo,
la mensualidad del hijo que no alcanza,
arráncame
la mirada de encima,
la limosna
que devotamente
espero.
*MARIANA FINOCHIETTO/ General Belgrano, provincia de Buenos Aires. Escritora. Estudió Letras, Bibliotecología.
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