POR: ALBERTO HERNÁNDEZ /EL CUERPO DE LA DUDA/ MARIELA CORDERO / VENEZUELA/ LA CASA QUE SOY

 


Crónicas del Olvido

“EL CUERPO DE LA DUDA”: MARIELA CORDERO

**Alberto Hernández**

1.-

Textos cortantes, parpadeantes. Fugaces. Una escritura para reconocer el momento en que se detiene la respiración. El lector pierde el aliento y vuelve a él cuando deja el poema. Podríamos decir que son versos de ahogo escritos para poner a prueba la vida de un instante. Quien lee podría morir en una línea donde el silencio siempre será una manera de existir.

Los poemas de “El cuerpo de la duda”, de Mariela Cordero (Ediciones PublicArte, Caracas, 2013), son destellos. Es decir, se contienen en su luz y obligan al lector a asumir un fragmento de mudez. El exceso de silencio se consume en sonidos: se vierten éstos en quien previene haber sido. Leer un poema de Mariela Cordero pone en riesgo la respiración. Es tan corta su presencia que agobia desde su riqueza expresiva. Somos, lectores o víctimas, parte de un instante. Y hasta borraduras mientras el último verso se decanta.

En este libro la autora duda, es cuerpo de lo que podría ser. Y por esa razón escribe con las líneas del ahogo, con la precipitación de palabras que habrán de ser recogidas y luego cernidas por quien por un instante es también silencio. El lector, definitivamente, se deshace en el poema.

2.-

Poemas que no se contienen, irruptivos. Pero que contienen un impulso. Desde la red que los abriga, la autora abre el primer instante:

“Un hilo/ como propiedad/ primigenia/ huérfano/ con el que armo tejidos/ componiendo// el cuerpo de la duda”.

Desde esa perspectiva, una poética. El hilo que teje, el verso que desteje o acorta desde el hilo mismo, desde el verso convertido en pausa, silencio o reacomodo del tiempo, y así:

“la memoria/ florece” desde una “plegaria inaudible”.

El mismo tejido define el intento. Porque la poesía seguirá siendo el gesto de quien en un instante aparece y desaparece en el silencio, en el poema que se borra desde él mismo. 

Cada verso que sigue el anterior es un nudo. El tejido hace la duda desde el cuerpo que deja de ser en el texto y de allí “la imperfección inadvertida”.

Parafraseo, fraseo, “verbeo”, “verveo”, verbalizo: “en su filo/ despojo del fuego// el último soplo”, el ahogo. Las palabras tienden a ser el respaldo asimilado por el silencio, por la conjugación de hilos que hacen el tejido, el cuerpo, y de su “florecer”, la duda.

3.-

Un hálito, el poema. Y: “en su filo/ despojo del fuego// último soplo”.

Y el sentir, previsto y desasistido: “habitante/del/ desconsuelo”.

“El poeta se ejercita en esta vocación de “hacer realidad” y de entregarse, disponerse a ella. La poesía es revelación de los seres, de las cosas”, dice Hanni Ossott en el ensayo “Poesía, atención y revelación”, y en estos poemas de Mariela Cordero se confirma con precisión el ser que lleva en su permanente creación verbal. Desde la “fe del olvido”, se registra. Su ser se debate “entre la conciencia/ y/ la duda// de que el hombre/ sólo es barro”.

Esa visión, ese celaje, es también el ser que se mueve en una “respiración sutil” en un “límite inútil”. Abreviada su ánima, la poesía de Cordero es un “revival” desde la pesadumbre, el pesimismo, pero también desde la posibilidad de regresar de ese ahogo donde las sílabas arbitran el reencarnar de la vida. Por eso también dice: “El silencio/ resbala/ profético”. Algo articula ese silencio, algo se hace destino desde él, desde “la máscara/del/ instante”, que es decir igual la eternidad.

La duda, el cuerpo revelado, “el sobresalto” como “asomo/ de respuesta”. Y “el desmayo de la realidad”. Cuerpo y ser se desnudan. Desde la crisis de su estar, ser es decir desde la precariedad, desde el silencio al que se aproximan las palabras.

Escribir es alejarse. Desterrarse de la lengua diaria. Escribir poesía podría significar atravesar un desierto. Un andar permanente: “El exilio extenuado”. La poesía exilia y es exilio. Abandono, duda. Cuerpo “sumido/ en el envés/ del/ instante”, atrapado por “la voracidad del ojo”.

El poema sigue el curso del ser del poeta. Se anudan cuerpo y alma. Duda y resolución. Realidad y ficción. Luz y sombra. Las cosas mencionan al ser y lo revisan, lo hacen posible desde su silencio.

“…Sólo/ un respiro// incesante/ sobre la herida”, y así,

“…diluida en el filo/del/ espejo”. 

El cuerpo en duda está en el poema.



  Mariela Cordero

 Valencia, Venezuela (1985) es abogada, poeta, escritora, traductora y artista visual. Su poesía ha sido publicada en diversas antologías internacionales.Ha recibido algunas distinciones entre ellas:Tercer Premio de Poesía Alejandra Pizarnik Argentina (2014). Primer Premio en el II Concurso Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Ecuador (2015). Segundo Premio de Poesía Concorso Letterario Internazionale Bilingüe Tracceperlameta Edizioni, Italia (2015) Premio Micropoemas en castellano del III concurso TRANSPalabr@RTE 2015.Primer Lugar en Concurso Internacional de Poesía #AniversarioPoetasHispanos mención calidad literaria,España (2016). Ha publicado los poemarios: El cuerpo de la duda Editorial Publicarte, Caracas,Venezuela(2013) y Transfigurar es un país que amas (Editorial Dos Islas, Miami,Estados Unidos (2020)Sus poemas se han traducido al hindi, checo, serbio, shona, uzbeko, rumano, macedonio, coreano, hebreo, bengalí, inglés, árabe, chino, ruso,polaco. Actualmente coordina las secciones #PoesíaVenezolana y #PoetasdelMundo en la Revista Abierta de Poesía Poémame(España).


   ALBERTO HERNÁNDEZ

          Poeta, narrador, periodista y pedagogo venezolano (Calabozo, 1952). Tiene un postgrado en literatura latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar y fue fundador de la revista Umbra. Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Reside en Maracay, estado Aragua, Venezuela, donde dirige el suplemento cultural Contenido, que circula en el diario El Periodiquito.

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