KEPA MURUA/ESPAÑA/SEÑOR BAXTER/NOVELA/LA CASA QUE SOY

 

COMENTARIOS SOBRE SEÑOR BAXTER, UNAS LINEAS

Esta novela nos muestra lo que se esconde detrás de las apariencias y la verdad que guarda el interior de cada uno de sus personajes, que bien podrían ser cualquiera de los individuos de nuestra propia realidad más cercana. El desconocimiento de esta verdad puede deberse a la inocencia, al descuido o quizás al desinterés por las cosas que mueven el mundo. Y es precisamente esto lo que le sucede al protagonista quien, con sus obsesiones y el tipo de vida que lleva con esa carga de ser hijo único y tener que cuidar de los padres hasta su muerte, sus constantes fracasos y una imposibilidad para encontrar un trabajo adecuado, parece caminar por una realidad paralela en la que es incapaz de ver los acontecimientos que desembocarán en su peor pesadilla.


Tenemos a dos hombres, Baxter y Osorio, quienes, con sus silencios y aparente soledad, están inevitablemente unidos por esos acontecimientos que vendrán después de su primer encuentro, que son quizás más crueles para uno de ellos, porque al no ver las amenazas de una sociedad en la que los buenos y los malos no se diferencian unos de otros, es sorprendido por su trágico destino. Es por ello, por lo que el señor Osorio repasa una y otra vez, en cada capítulo, cómo fue que llegó a trabajar para el señor Baxter, en un oficio de acompañar y cuidar que solo dejaba satisfacciones y tranquilidad, puesto que no se trataba de los mismos trabajos demandantes hasta el cansancio, que hacía para sus padres, pero en donde además recibía la recompensa de un salario más que suficiente para estar tranquilo y creer que era lo mejor que le había sucedido, incluso que era un hombre afortunado. Él se siente identificado con este hombre, Baxter, pues ambos están marcados por sus visibles obsesiones en rutinas en las que se dicen las mismas palabras, los mismos diálogos y las mismas frases sueltas y se realizan las mismas acciones día tras día sin que sea molesto para ninguno de los dos. Frases y hechos en los que al parecer no ocurre nada ni se dice nada que tenga relevancia, y que al lector quizás exasperará en algún momento de la lectura, pero solo hasta que descubra que ese repasar una y otra vez es la fórmula para plasmar el pensamiento de quien quiere comprender, hallar una luz o una señal de eso que transformaría para siempre su relación con el mundo. 


Así, en los capítulos finales se nos muestra en su excelente magnitud narrativa las líneas dibujadas desde el principio, incluso en el título; las mismas que escribe el señor Baxter en esas tiras que guarda en su frasco: las del destino, las de la suerte, las sentencias, las de su voluntad. Y son las que al final interpreta el señor Osorio y, por supuesto, nosotros los lectores, quienes nos enfrentamos a una historia que no se cierra, que nos deja con el antojo de saber más, de conocer el futuro de estos dos hombres, Baxter y Osorio, pues se abre para ellos una nueva vida, y para nosotros quizás una segunda parte de la novela, o quizás muchas novelas más... esto habrá que preguntárselo al autor, Kepa Murua.




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