ROSTROS DE LA POESÍA ESPAÑOLA/ ISABEL CUADRADO TONKIN/ LA CASA QUE SOY
Cuando contigo hasta mis noches eran blancas
Ibn Zaydun de Córdoba
Speak gently, / She can hear the daisies grow
Oscar Wilde
Que no sepa tu mano izquierda, Lesbia,
dónde está mi derecha.
Que en tus ojos cerrados
sea la luz de mis besos
color de amanecer.
Que no sepas, en tu piel encendida,
dónde ha llegado un beso, dónde otro,
dónde los mil siguientes
como dardos aciertan.
No echemos las cortinas,
que nos envidien
los grillos, el jazmín
y la luna creciente.
Que sepan los que pasan
más allá de estos muros, que tus gemidos
no son fuente, ni gato,
ni susurro de esparto o de palmera.
Ámame, Lesbia, amémonos,
que el día
sea largo y bello como una noche blanca.
Que esta vida tan breve
sea de luz en tus brazos,
y, después, nos sea leve la tierra,
y a cada primavera
puedas volver a oír
crecer las margaritas.
2.-
LEYENDO A ALBERTI
Poblado estoy de muchas azoteas
Rafael Alberti
A pesar de mis hijos,
a pesar de este sol que entra por la ventana,
a pesar de la luna en las terrazas
cuando subo a la noche,
a veces estoy triste.
Estoy leyendo a Alberti, como siempre a destajo.
No sé por qué a Alberti lo leo siempre sin pausa,
de principio a final, como a una gran novela
que no puedes dejar.
Lo leía en los aviones de un tirón
- viajera ya añorante del retorno
a donde apenas casi acaba de partir:
a cal y canto y mapas palomas perdidas-.
Lo leo en el jardín, poblada de jazmín y canaria,
y retorno a los días de infancia de cortijo y granados,
añorándolos ya, como si no pudiera
rozarlos con las manos,
Lo leo en las terrazas que dan al mar y al viento,
y a pesar del bramido que llega entre los setos,
retorno a otros lugares:
a los puentes de Londres,
a los parques inmensos
donde ir a coger setas y ver ciervos huidizos
levantándose a una -como un bosque de Shakespearecuando nos acercábamos.
Lo leo en esta cama
cuando el sueño me evita,
y las imágenes de todo lo innombrable
-eso que no será si conseguimos
no ponerlo en palabrasquieren ser invocadas.
Y un verso, ( y otros muchos), las espanta:
Poblado estoy de muchas azoteas.
Sobre la mar se extienden las más blancas.
3.-
HABITACIÓN TAN BLANCA
¿A dónde van las palabras
que no se quedaron?
Silvio Rodríguez
Me gusta mi habitación, tan blanca y tan vacía
y este momento de paz infinita entre tus brazos.
- Si no lo escribo ahora se pierde para siempre
en ese limbo a dónde van las magdalenas de Proust,
y las palabras que no se quedaron,
y si lo escribo,
puede que abras los ojos, y me mires,
y tu brazo deje de rodearme
en esa curva tan perfecta
que le está destinada
desde el principio de los tiempos. -
Sólo quiero seguir aquí a tu lado,
mirando al infinito de la ventana blanca,
de la cortina blanca
entreabierta a ese cielo casi blanco,
de las paredes blancas,
y estar sola,
y contigo.
***
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