ROSTROS DE LA POESÍA VENEZOLANA/ JUAN MARTINS/ LA CASA QUE SOY

 


Y aquí empieza el abismo,

como cuando me duermo.

Soy mi propio sostén y me lo quito. 

Contribuyo a tapizar de ausencia todo.


Roberto Juarroz (Poesía Vertical I-9)


1.-


Darán tu nombre al dilatar del vientre

cuya densidad logra descender 

hasta la virtud del dolor

que lo separa de toda sustancia.


Reducido por su viscosidad, 

se separa también del mundo

y desde entonces sólo tendrán epitafios 

como el resto de las calles

que se desunen hacia adentro 

cuando el sueño duerme 

sobre el resplandor del duelo 

y soy ese trozo del aire

que no encuentra su lugar en la caída. 


Sólo el alma entre tus sienes

que se derrama en el deseo.


2.-

Perturbado por el dolor queda este vértice.

Y no es el hombre quien cifra las distancias

entre cada ángulo. Allí nace, aquél, el mayor dolor 

de su elevación, pero no sostiene este silencio

y en cambio muestra su contemplación 

en la soledad que se turba, trasciende, 

o regresa por su quicio

donde el vacío dobla su ansiedad.


A pesar de mi tolerancia, 

mira al otro lado del rostro 

donde tú ya no estás,

y se vuelve al dorso de otro espíritu.


3.-

Donde el dolor es olvido besaré la tierra

con la figura de tu primer hijo

que se voltea del mundo para mostrar 

los sueños que nunca viste.

En ese lugar de la tierra 

los otros son ángeles

cuando (abandonados) ceden su fuego 

por la eterna de los mortales,

antes, desnudos entre árboles, 

se confundían

con el epitafio del ideograma

como una inalterable sospecha del espíritu 

que aquel antiguo monje

hizo secreto de los ausentes

y me hundo en este deseo del asombro.


4.-

La lápida sobre tus manos

no rasga la piedra con tu nombre, 

donde la guerra es un juego

y el infinito de tus dedos

regresando a los restos de mi cruzada 

que se unen a tus hombros

como una herida de tus cabellos.

El descanso de esta herradura

te deja al otro lado de la derrota, 

sin poder abrazar la noche

como si nuestros cuerpos 

no huyeran de la muerte

ante el trazo innoble de la forma.


Dirán esto cuando se hayan resignado 

al amor vencido de Ofelia

en el mural de Dinamarca.


*Donde el dolor es olvido

Juan Martins/ 1ª edición: © Ediciones Estival 2023


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