ROSTROS DE LA POESÍA ECUATORIANA/ MARÍA REGINA HURTADO TAMAYO/ LA CASA QUE SOY
1.-
Memorias atemporales
En la vastedad de la memoria se despliega el firmamento, un manto de añoranza envuelve el alma, y en cada suspiro, en cada instante, la madre, en la memoria, irradia con serenidad.
Su nombre dulce, más madre, el eco resonante, su figura se yergue en la mente, etérea, como una sinfonía, un susurro etéreo, que en la brisa del tiempo se despliega.
Su esencia se funde en cada libélula, en cada parpadeo del sol poniente, en el perfume de las gladiolas amarillas que acaricia, en el murmullo del viento, impalpable.
Entretejiendo amor en cada gesto sencillo, tus manos, como constelación cálida, orientaban mis pasos con ternura y resplandor.
En el abrazo de tu sonrisa, hallaba cobijo, en tus relatos, la magia de antaño reverberaba, y en tu mirada, la luminosidad de la esperanza, como faro en la noche, perpetuamente resplandecía.
Anhelo tus abrazos, tus consejos sabios, el aroma de tu cocina, dulce y acogedor, cada instante a tu lado, un tesoro inestimable, que, en el cofre del alma, atesoro con devoción.
Madre, en el tapiz del tiempo, eres eterna, tu amor, cual río imperecedero, fluye sin cesar, en cada latido, en cada susurro, en cada café, en cada rosario de mayo, tu presencia perdura, en cada esquina.
Que el eco de tu amor resuene en la brisa, que tu recuerdo sea faro en la noche oscura, pues en cada libélula, en cada suspiro, tu amor pervive, madre, en mi ser imperecedero.
2.-
Autorretrato
En el umbral de la noche, donde las sombras danzan,
se levanta una mujer, enigma de la vida misma.
Sus raíces se hunden, profundas, en la tierra ancestral,
testigos mudos de un linaje enraizado en la memoria y la herencia.
Ella es un laberinto de misterios y susurros,
un eco de voces ancestrales que claman en su pecho.
Con ojos que han visto la luz y la oscuridad,
navega por el océano de su propia complejidad. (navega por su propio océano complejo)
Sus palabras, son espinas que desafían al viento y al tiempo,
sus pasos, una danza entre la realidad y la fantasía.
En su corazón, yacen sueños y metas como estrellas, (anhelos siderales)
destellos en la negrura de un cielo sin límites.
Mas no todo es luz en el camino que transita,
hay sombras que se ciernen, pesadas como plomo.
Esperanzas marchitas, sueños desgastados por el tiempo, (rotos)
pero en su ser, la fe resiste, inquebrantable, eterna.
Es una mujer difícil, moldeada por el fuego,
forjada en las llamas de la adversidad y la pasión.
Con cicatrices como mapas de un viaje sin retorno,
navega las corrientes turbulentas con valentía.
En su mirada hay un universo de secretos guardados,
un cosmos de emociones que se entrelazan en silencio.
Ella es el eco de un pasado que se niega a desaparecer,
un presente que se teje con hebras de un futuro incierto.
Así es ella, mujer de raíces profundas y alas desplegadas,
un ser de contradicciones y armonías, de luces y sombras.
En su ser, se entrelazan los hilos de la vida y la muerte,
y en cada latido, palpita la esencia misma del universo.
3.-
Escarabajo
"Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un insecto monstruoso."
La metamorfosis, Franz Kafka
En la penumbra de la vida, me encuentro como un escarabajo,
oculto a la mirada apresurada, ajeno al bullicio,
mi ser despierta en los rincones más oscuros,
donde la belleza se despliega sin alarde.
Para los ojos apresurados, soy insignificante,
un insecto más en la vastedad del mundo,
pero quien detiene su paso y observa con calma,
descubre en mí una belleza inesperada.
Mi caparazón, rugoso y oscuro, esconde secretos,
un universo entero de misterio y supervivencia,
mi vida, un tango silencioso entre sombras,
una danza íntima con la noche de testigo.
Como el escarabajo, persisto en la oscuridad,
encontrando mi lugar en la maraña de la existencia,
mi presencia, una afirmación silenciosa de la vida,
una afirmación de que la belleza reside en lo inesperado.
***
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