ROSTROS DE LA POESÍA CUBANA/ ISBEL HERNÁNDEZ / LA CASA QUE SOY
1.-
BAJO TIERRA
Así van las flores no hijas de Baudelaire,
siempre con el bosque de Eliot,
el sagrado bosque
y a los empobrecidos
ofrecen el aposento.
Así lo veo yo después de que padezca
mi oración con las voces
por qué no de Virginia, Emily
y Pound que murmuran.
Y les digo que murmura la piel
de los venados que miran
cualquier reconciliación
de sus pies bajo tierra.
Junto a los tuyos.
2.-
EL REINO DONDE VOY
El reino donde voy,
como guardar mi sombra,
(todavía existe).
No existió...
Tranquilamente lo digo,
todavía se vive en el arrojo
del milenio.
Todavía se vive,
sobre figuras resueltas
por mis tíos
bañándose en el lago.
Sé que se vive en el pasar
que nos queda,
y en su cause.
Ungidamente, así....
3.-
URBE DEL INTANGIBLE
En una urbe que no sabe
qué es el Alba,
allí, sólo allí,
deliran los mayordomos.
Allí, sólo allí, deliran
los esclavos.
las esclavas.
Nada termina
en esta urbe de náuseas
sobrecogidas,
por una (Nada de truenos).
No se encuentra uno,
(la tierra devoradora).
La tierra feliz.
4.-
CIUDADES EN EXILIO
Hablamos así, de una ciudad
en exilio,
sin impulso natural,
de un país
que no termina de entenderse,
ni aquí en el amor,
ni siquiera durante un golpe
de odio,
tampoco en sus originales,
ni en su propia lengua.
¡Te has quedado en lo inasible
de las sentidas escorias!
Dice un hombre de tierra
Y el campanario de bejucos
y matorrales
lo escucha,
lo convierte en alba
sobre su propia tierra.
- ¿ Allí me salvaré?
¡Ah,ciudad del tiempo
de los vivos,
también de los fuertes
valoro el sentir
que no enferma
a los prisioneros.
Y valoro el que sea yo
crisis mediana
dentro de la risa,
lejos de la crisis.
Que se vayan los pintores que ya no sienten (vibración)
de la inocencia.
Ellos que vuelvan a ser,
hombres castigados.
5.-
A LAZO ABIERTO, A SILBIDO
Sostuvo de precisión sus manos.
A lazo abierto.
A silbido.
Nunca declaró sus sufrimientos.
E hizo (La Vanguardia)
fulminando bajo los pies
tanto de sus sentidos.
Con precisión miraba el sol.
La lluvia con inocencia.
El crecer de las briznas.
Y dijóme: de antaño soy,
sierva de lo lejano,
Puedo ser sierva joven...
escribiendo un libro más, contando una superficies más.
El ¡Ay! en sus ropas olía a
memorable.
Todo como un temor supremo
a ser actriz en sus duelos.
Sostuvo de precisión sus manos
amantes de Caravaggio.
(Símbolo del ay),
nunca declaró el día de su boda
con la nada.
Ni el ¡Ay! de las casas que visitan nuestra casa.
Ni el ¡Ay! de los que viajan
con el dedo sometido
al devastador silencio
de esta atmósfera,
hoy consumándose
alternativamente.
(De todo acierto, Dios mío,
nunca tocó su mala voz,
tal vez porque moraba en ella
el repartir
un jamás sobre los (troncos
diarios).
Y con su rabia, por supuesto,
con su rabia partía su sangre
como en pradera feliz.
***
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