BILEYSI REYES/ ROSTROS DE LA POESÍA DOMINICANA/ LA CASA QUE SOY

*

 Donde se congrega una muchedumbre diluida en hierro fundido


Para redargüir

para corregir en la justicia

ninguna palabra será borrada de este pedestal

de-liro

de-s-nuda 

de-frente

desde este fuego

que reclama:

porque tuyo es el reino, el poder y la boca

lame sobre mi pecho 

me tientan

las escrituras

sobre mi sexo aguado

y no sabes cómo retenerme

hacia tu centro.


*

Toda forma, todo vértigo sucumbe ante el poema: la mano que tiembla, se encoge


Me siento sobre mi mano. El pecho arde a la gravedad de la mochila. Corro en mi cordura: palpito. No, voy a escribir la historia de la carne: la carne palpita siempre empleando palabras simultáneas. Repercute sobre un torbellino de palabras. Estas me recorren. No puedo perpetuarme. Me pierdo en la torre; mi cabeza me hace esos jirones, las peripecias, la introvertilidad. El pensamiento de la carne me lame el pecho. No siento la tentación del polen sobre mi torso desnudo. El parentesco de la telaraña canta rodeada en la agitación de mi vagina [mi vulva se come sobre sí misma].

Te habían dicho que la carne se pudre en los vergeles y sobre la marisma se abre: como se abre la palabra, se abre también el cerebro y deja palpitar la llama de la vida.

 Necesito el tiempo para estar en el tiempo, para somatizar sobre mis riegos. Me he perdido fuerte en un mar de versos que no quieren ser. 

¿Cuáles son tus dudas?, te pregunté y recibiste el perfume de la nota.


*

La noche tiene garras y estalla frente a mí, corroída por un rayo, partida a la mitad. La serpiente se inmiscuye con cerrajerías lejanas camuflándose en el agua, cayendo sobre sirenas tendidas en la tierra fría, en la sangre, en un hilo de cientos de estrellas rostizadas en un firmamento rojo. 

Bolas de nieve penetran el reflejo del puño sobre la boca, sobre la marisma resentida, sobre el vómito del agua. La calefacción se hace eco entre las dunas. La tempestuosidad toma forma, se adhiere al cenáculo, a la estirpe endemoniada que se cuela en la garganta. Los dedos se mueren formando círculos de pez. 

Estoy tentada al tiempo, pero no sé si vivo.

Hemos reducido los goznes perdurados: flauta insigne de edificación cavernaria

en la época en que los buitres relinchaban 

un pesado chasquido insonoro

soy una bola blanca apadrinada por el celo

me pervierto 

donde voces proclaman (sacrosanto)

los vientos y mareas se desvisten

sus vértebras sigilan

las nubes se franquean 

en los hilos de la palma

rígida y visceral:

¿escuchas los gemidos de la carne?

la muerte entra roja en el centro

sobre ti anclando mi útero brotado

sobre ti proclamando mi efluvio gelatinoso

y te sumerges como coágulo

en callejuelas de cemento


La sangre coagula sobre las sienes

La carne es un lienzo que resalta 

tiembla y ensordece:

partículas de sodio se mezclan en el éter.

A N F E T A M I N A S

 A n d e r s 

la a d e r s a 

constricción de un pino

retraído ante semen de la muerte

se dispersa

como estela de humo

hacia un techo gris

aciago.

Constelaciones de sonidos 

enmudecen a la sombra:

el 

c u e r v o 

vuela en tus ligaduras.


Bileysi Reyes (San Pedro de Macorís, 1993). Es licenciada en Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Pertenece al Taller Literario Narradores de Santo Domingo y al Taller Literario César Vallejo. Ha sido ganadora del accésit del concurso de cuentos Juan Bosch TLNSD, 2018 y Primer Lugar en Cuento de la Feria Regional del Libro y la Cultura Monte Plata 2019. Ha publicado textos en revistas como Scriptura, Awttar, Letras Salvajes y las antologías Voces del Este, Ellas narran, Quinta dosis, entre otras.


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1 comentarios

  1. En realidad leí...pero creo que no tengo la perspicacia necesaria para entender qué fue lo que me quiso decir.Lo más probable es que el problema sea mío, porque me doy más con los cuentos. Tal vez un cuento de ella será más fácil de entender para mí.
    Saludos desde Brasil

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